NARRATIVA DE CARLOS VILLACORTA VALLES


miércoles, 29 de octubre de 2008

PARA EL PLAN LECTOR: MITO EL TUNCHI DE LA SELVA

Por Carlos Villacorta V.

EL TUNCHI

Es uno de los personajes más destacados y populares del folclor de la selva. Casi sin excepción de la gente dice que le ha escuchado.

Silba generalmente en las huertas. En Moyobamba por ejemplo la mayoría de las casas han tenido y algunos todavía lo siguen teniendo grandes y hermosa huertas llena de árboles frutales como el zapote, caimito guaba y principalmente el naranjo.

Particularmente yo lo he escuchado varias veces en nuestra huerta. Su silbido no es lastimero pero si muy triste. Mas o menos su onomatopeya es así: Fi, fi, fi fififi; fi, fi, fififi; fi, fi, fififi.

Otras veces le hace sonar así: Fin, fin, finfinfin; fin, fin, finfinfin, silbido seguramente de los que van a morir.

Lo que da miedo es lo que la gente dice que son los espíritus de los muertos que están pagando alguna pena. Es decir son almas en pena.

Sin embargo nadie ha reportado que este espíritu de los muertos les haya causado algún mal. Salvo el tremendo susto que se lleva al escuchar su silbido. Que muchos no resisten y terminan medio tontos, locos, en el peor de los casos muertos, con el horroroso rictus del pánico.

También dicen que es el alma de los que van a morir y están recogiendo sus pasos antes de abandonar la tierra.

Últimamente, la mayoría esta coincidiendo que el tunchi, es nada menos que el ayapullitu, que dicen que lo han visto y es una avecilla de plumaje negro con cabeza parecida a una calavera. Ayapullitu significa “pollito del muerto”.

Es la imaginación de la gente que da a estas “almas en pena” sus características corpóreas, como por ejemplo de escuchar sus pisadas, o haberles visto materializase en forma de fantasmas de blancas vestiduras desplazándose a ras del suelo.

El misterio siempre produce escalofríos, al margen de nuestra voluntad. El asunto es superar el miedo o nerviosismo que producen estas fantasías. Todo está en nuestra mente. Te lo digo yo que he caminado por cementerios a la media noche, regresando de alguna fiesta.

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