El barrio de la cultura
El Museumsquartier de la capital austríaca es un área de 60 mil metros cuadrados destinada al arte y la creatividad para todos
Por Erik Struyf Palacios. Enviado especial
VIENA. El Museumsquartier (Barrio de los Museos, en castellano), enclavado en pleno centro de Viena, es uno de los complejos culturales más grandes del mundo. En sus 60.000 mil metros cuadrados se encuentran más de 50 instalaciones al servicio del arte moderno y contemporáneo: pintura, arquitectura, danza, teatro, moda, música, nuevos medios Entre los museos, las salas de exhibiciones y los ambientes multiusos se multiplican terrazas, cafés, restaurantes, tiendas, librerías y zonas de reposo que convierten al complejo en una verdadera ciudadela autosuficiente. El Museumsquartier sirve de inspiración a los nuevos proyectos culturales en Europa y el mundo porque además de sus cifras récord de visitantes, 3,5 millones cada año, viene destacando en la difícil empresa de atraer a los jóvenes.
El edificio principal que engloba casi la totalidad del complejo actual tenía hasta el siglo XIX la función de caballeriza imperial. Con la invención del automóvil la construcción barroca sobrevivió al abandono y la destrucción alojando ferias y prestándose a la organización de toda clase de eventos. "En la época hitleriana incluso sirvió como lugar de manifestaciones fascistas", nos cuenta Petra Unger, mediadora cultural del Museumsquartier. En 1977 nació la idea de utilizar el inmenso espacio para expandir la oferta cultural de Viena aprovechando del hecho que se ubica a dos pasos del Museo de Historia del Arte, el Museo de Historia Natural y el Palacio Imperial Hofburg.
El desafío de la remodelación y la construcción de espacios suplementarios cayó en manos de los arquitectos austríacos Laurids y Manfred Ortner, después de veinte años de convocatorias frustradas y proyectos interrumpidos. Ortner & Ortner, tras solo tres años de trabajos, entregaron en el 2001 un complejo que combina espléndidamente el entorno rico en edificios históricos con construcciones de arquitectura contemporánea. "La alianza entre antiguo y nuevo, arte y recreación, artistas y audiencia está magníficamente lograda" resume Unger.
Apenas se atraviesa el umbral de la entrada principal salta a la vista la mixtura de lo antiguo con lo moderno: al fondo se alza una antigua caballeriza en donde hoy se aloja la Kunsthalle, un amplio recinto que da cabida a exhibiciones itinerantes y que es además sala para espectáculos y conciertos; en los extremos, ligeramente en diagonal, se hallan los dos nuevos edificios diseñados por Ortner & Ortner. A la derecha, un gigantesco cubo de basalto volcánico, que según las condiciones de luz aparece gris o negro, encierra el Museo de Arte Moderno. En él, entre el acero, el vidrio y la piedra que predominan en el interior al lado de las colecciones de Pop Art y Nuevo Realismo, destaca un panorama del Accionismo Vienés, un movimiento en el que el cuerpo del artista se vuelve soporte y sujeto de experimentación (autoflagelación, quemaduras, sangrados).
En el lado izquierdo del gran patio se levanta, también en forma de cubo pero esta vez blanco, el imponente Museo Leopoldo, que en sus 12 mil metros cuadrados y cinco niveles atesora la más completa colección de Egon Schiele y de expresionistas austríacos como Oskar Kokoschka y Gustav Klimt. "Se trata de una colección de unas 5.000 piezas que los esposos Rudolph y Elizabeth Leopold reunieron a lo largo de 50 años. En tiempos en que el nazismo condenó el arte de Egon Schiele, los Leopold pagaron el equivalente de 5 euros por obras que ahora valen millones", cuenta Unger.
El Museo de Arte Moderno y el Museo Leopoldo son los más visitados del Museumsquartier y cada vez más turistas extranjeros lo consideran como punto obligado en su itinerario por Viena. El monopolio de Mozart y la emperatriz Sissi han dejado de ser absolutos.
El arte de atraer a los jóvenes
El Museumsquartier de la capital austríaca es un área de 60 mil metros cuadrados destinada al arte y la creatividad para todos
Por Erik Struyf Palacios. Enviado especial
VIENA. El Museumsquartier (Barrio de los Museos, en castellano), enclavado en pleno centro de Viena, es uno de los complejos culturales más grandes del mundo. En sus 60.000 mil metros cuadrados se encuentran más de 50 instalaciones al servicio del arte moderno y contemporáneo: pintura, arquitectura, danza, teatro, moda, música, nuevos medios Entre los museos, las salas de exhibiciones y los ambientes multiusos se multiplican terrazas, cafés, restaurantes, tiendas, librerías y zonas de reposo que convierten al complejo en una verdadera ciudadela autosuficiente. El Museumsquartier sirve de inspiración a los nuevos proyectos culturales en Europa y el mundo porque además de sus cifras récord de visitantes, 3,5 millones cada año, viene destacando en la difícil empresa de atraer a los jóvenes.
El edificio principal que engloba casi la totalidad del complejo actual tenía hasta el siglo XIX la función de caballeriza imperial. Con la invención del automóvil la construcción barroca sobrevivió al abandono y la destrucción alojando ferias y prestándose a la organización de toda clase de eventos. "En la época hitleriana incluso sirvió como lugar de manifestaciones fascistas", nos cuenta Petra Unger, mediadora cultural del Museumsquartier. En 1977 nació la idea de utilizar el inmenso espacio para expandir la oferta cultural de Viena aprovechando del hecho que se ubica a dos pasos del Museo de Historia del Arte, el Museo de Historia Natural y el Palacio Imperial Hofburg.
El desafío de la remodelación y la construcción de espacios suplementarios cayó en manos de los arquitectos austríacos Laurids y Manfred Ortner, después de veinte años de convocatorias frustradas y proyectos interrumpidos. Ortner & Ortner, tras solo tres años de trabajos, entregaron en el 2001 un complejo que combina espléndidamente el entorno rico en edificios históricos con construcciones de arquitectura contemporánea. "La alianza entre antiguo y nuevo, arte y recreación, artistas y audiencia está magníficamente lograda" resume Unger.
Apenas se atraviesa el umbral de la entrada principal salta a la vista la mixtura de lo antiguo con lo moderno: al fondo se alza una antigua caballeriza en donde hoy se aloja la Kunsthalle, un amplio recinto que da cabida a exhibiciones itinerantes y que es además sala para espectáculos y conciertos; en los extremos, ligeramente en diagonal, se hallan los dos nuevos edificios diseñados por Ortner & Ortner. A la derecha, un gigantesco cubo de basalto volcánico, que según las condiciones de luz aparece gris o negro, encierra el Museo de Arte Moderno. En él, entre el acero, el vidrio y la piedra que predominan en el interior al lado de las colecciones de Pop Art y Nuevo Realismo, destaca un panorama del Accionismo Vienés, un movimiento en el que el cuerpo del artista se vuelve soporte y sujeto de experimentación (autoflagelación, quemaduras, sangrados).
En el lado izquierdo del gran patio se levanta, también en forma de cubo pero esta vez blanco, el imponente Museo Leopoldo, que en sus 12 mil metros cuadrados y cinco niveles atesora la más completa colección de Egon Schiele y de expresionistas austríacos como Oskar Kokoschka y Gustav Klimt. "Se trata de una colección de unas 5.000 piezas que los esposos Rudolph y Elizabeth Leopold reunieron a lo largo de 50 años. En tiempos en que el nazismo condenó el arte de Egon Schiele, los Leopold pagaron el equivalente de 5 euros por obras que ahora valen millones", cuenta Unger.
El Museo de Arte Moderno y el Museo Leopoldo son los más visitados del Museumsquartier y cada vez más turistas extranjeros lo consideran como punto obligado en su itinerario por Viena. El monopolio de Mozart y la emperatriz Sissi han dejado de ser absolutos.
El arte de atraer a los jóvenes
El Museumsquartier no tendría la vitalidad que irradia hoy si no hubiera sabido seducir y conquistar a los jóvenes de Austria y del resto de Europa y el mundo. Este éxito, prioritario para quienes concibieron el complejo cultural, se debe sin duda y en primer lugar a la creación del Quartier 21 en el 2003: un pabellón de 7.000 metros cuadrados enteramente dedicado a la promoción de pequeñas y medianas iniciativas culturales en manos, mayoritariamente, de los jóvenes.
El Q21 se concibe como una especie de detector de nuevas tendencias en el diseño, arquitectura, moda, artes visuales y cultura digital al ofrecer a emergentes artistas un espacio de trabajo y exposición, e incluso alojamiento, a precios irrisorios.
Y el Museumsquartier también apuesta al futuro con su reputado Kindermuseum (museo para niños). Un espacio de 1.500 metros cuadrados que se propone introducir a los niños de 0 a 12 años en el mundo de los museos a través de la estimulación de los sentidos, la experimentación creativa y el primer contacto con los artistas.
El ZOOMLab, un laboratorio multimedia en el que los niños pueden dibujar, tomar fotos y hasta montar animaciones con técnicas digitales, coloca al Kindermuseum en la vanguardia europea de las evoluciones en el campo lúdico pedagógico.
CLAVES
Doce mil personas lo visitan a diario
A. El Museumsquartier se cuenta entre los diez complejos culturales más grandes del mundo.
B. Las obras de remodelación y construcción para crearlo costaron 145 millones de euros a la República de Austria y la ciudad de Viena.
C. Cada día lo visitan unas 12.000 personas. El grueso del público es joven. Un ticket de entrada 'kombi', que da acceso a las principales instalaciones, cuesta 25 euros. Hay rebajas para jóvenes y niños.
D. El patio central es de acceso libre y gratuito y está abierto las 24 horas. En verano es punto de encuentro predilecto de la juventud vienesa.
E. El Museumsquartier aloja también el Centro de Danza Contemporánea y Performance de Viena y el Museo de Arquitectura de Austria. Existe un complejo teatral exclusivamente dedicado a niños y adolescentes.
1 comentario:
Este complejo cultural mas grande del mundo es una proeza austriaca pero seria bueno enseñar sus ambientes de manera tridimensional para tener una idea mas interesantes de
los cambios agradecer tambien los refinados gustos de la monarquia que al invertir en fabulosas caballerizas nos regalan belleza y tiempo porque pensemos cuantos años requirieron para hacer construir este ahora comlejo cultural
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