Nostalgia del bien perdido
A contracorriente de lo que ocurre en otros países de la región, la Emancipación no es un tema épico en nuestra literatura, sino más bien el objeto de un amargo recuerdo de la pérdida de nobleza en pos de un bien dudoso
Fue un hallazgo curioso. Mientras Natalia Matta Jara, quien estudió Literatura en la Universidad Católica y ahora sigue un doctorado en la universidad de Brown, en Estados Unidos, elaboraba un catálogo de las novelas históricas producidas en nuestro país, algo llamó su atención: de las más de 80 que tenía registradas, aquellas que tratan sobre la Independencia eran las menos: apenas unas 4 o 5. Curiosamente, además, la mitad de ellas apareció a mediados de la década del 20. Más que suficiente para despertar la curiosidad de la investigadora y aprovechar el tema para participar de la cada vez más vigorosa serie de estudios dedicados al proceso de la independencia americana, ahora que el segundo centenario está a la vuelta de la esquina.
Lo primero en la investigación fue la constatación de la enorme diferencia entre el desarrollo del género de la novela histórica de temática independentista en el Perú y en otros países de la región. "Me llamó la atención cómo solo había cuatro novelas históricas dedicadas al tema de la Independencia, y las cuatro se escribieron muy cerca del primer centenario. Recién hay otra, escrita en 1952 por María Jesús Alvarado, que es más una novela romántica basada en la relación entre Bolívar y Manuela Sáenz", explica Natalia. "En otros países, como Chile y Argentina, las novelas históricas tienen en la independencia su temática más épica. Hay sagas, incluso, acerca de la vida de los generales y la sucesión de batallas en la lucha entre el bando patriota y el realista".
En el Perú, en cambio, la ausencia es la norma. "Inclusive en Ricardo Palma, que es el mayor narrador histórico de Hispanoamérica, la Independencia está ausente. Al parecer Palma tenía proyectada una novela sobre la gesta independentista, pero al final el desencanto lo llevó a abandonar la empresa. Según Mario Suárez, Palma se desencanta de la elite que, luego de la Independencia, es la llamada a fundar la república pero que resulta, a la los ojos del escritor, indigna de ser ensalzada". No deja de ser elocuente el hecho de que no solo no escribiera esa novela, sino que no incluyera capítulos de la gesta independentista en sus tradiciones. ¿La razón? "Palma siempre habla de la tradición como una dama menor, como la parte alegre de la Historia, y por eso no la usa para abordar la Independencia, porque no le parece una temática adecuada para el género. Para él, la Independencia amerita otro tratamiento", uno que, a todas luces, era ajeno al tono alegre y festivo de sus tradiciones. La mayoría de las novelas que, escritas en el Perú, abordan el tema de nuestra independencia surgen alrededor de las celebraciones del primer centenario de vida republicana. Es un contexto histórico interesante: los festejos de 1921, el gobierno de Leguía, el surgimiento del indigenismo, la parición de figuras como Haya de la Torre y Mariátegui y el nacimiento del Apra y el Partido Comunista asisten todos al ocaso de la República Aristocrática.
En contra de los tiempos, podría decirse, las novelas publicadas entonces, explica Natalia, "tratan de saludar y reafirmar una identidad nacional a partir de la Independencia, pero todavía muestran un lazo muy fuerte con el pasado colonial y monárquico. Tanto en el caso de Teresa González de Fanning y su Roque Moreno (1904), como en el de Camino Calderón (quien publica Idelfonso en 1924 y La cruz de Santiago en 1925) y el de Angélica Palma y sus Tiempos de la patria vieja (1926) los personajes centrales, los que resultan ejemplares, son todos claros ejemplos de la figura del noble español, el clásico sujeto que, además de noble de sangre, es noble de espíritu. Es más, en el caso de Teresa González de Fanning, los patriotas resultan siendo una pandilla de delincuentes". Esto coincide claramente con la visión aceptada en la mayor parte de la historiografía contemporánea, para la cual la lucha por la Independencia se vio enfrentada, en el Perú, por una mayoría de criollos que adoptaron el fidelismo al régimen español para preservar sus privilegios. Vista así, la Independencia no es una gesta épica que los descendientes de esos criollos quieran recordar, sino un trance más bien incómodo caracterizado por el enfrentamiento entre generaciones y un resultado no necesariamente deseable. Así, aparecen padres realistas que se ven forzados a luchar contra sus hijos patriotas, y en las narraciones se hace evidente como los valores familiares (o su ruptura, causada por el enfrentamiento) son tan fuertes que opacan el logro de la Emancipación.
A contracorriente de lo que ocurre en otros países de la región, la Emancipación no es un tema épico en nuestra literatura, sino más bien el objeto de un amargo recuerdo de la pérdida de nobleza en pos de un bien dudoso
Fue un hallazgo curioso. Mientras Natalia Matta Jara, quien estudió Literatura en la Universidad Católica y ahora sigue un doctorado en la universidad de Brown, en Estados Unidos, elaboraba un catálogo de las novelas históricas producidas en nuestro país, algo llamó su atención: de las más de 80 que tenía registradas, aquellas que tratan sobre la Independencia eran las menos: apenas unas 4 o 5. Curiosamente, además, la mitad de ellas apareció a mediados de la década del 20. Más que suficiente para despertar la curiosidad de la investigadora y aprovechar el tema para participar de la cada vez más vigorosa serie de estudios dedicados al proceso de la independencia americana, ahora que el segundo centenario está a la vuelta de la esquina.
Lo primero en la investigación fue la constatación de la enorme diferencia entre el desarrollo del género de la novela histórica de temática independentista en el Perú y en otros países de la región. "Me llamó la atención cómo solo había cuatro novelas históricas dedicadas al tema de la Independencia, y las cuatro se escribieron muy cerca del primer centenario. Recién hay otra, escrita en 1952 por María Jesús Alvarado, que es más una novela romántica basada en la relación entre Bolívar y Manuela Sáenz", explica Natalia. "En otros países, como Chile y Argentina, las novelas históricas tienen en la independencia su temática más épica. Hay sagas, incluso, acerca de la vida de los generales y la sucesión de batallas en la lucha entre el bando patriota y el realista".
En el Perú, en cambio, la ausencia es la norma. "Inclusive en Ricardo Palma, que es el mayor narrador histórico de Hispanoamérica, la Independencia está ausente. Al parecer Palma tenía proyectada una novela sobre la gesta independentista, pero al final el desencanto lo llevó a abandonar la empresa. Según Mario Suárez, Palma se desencanta de la elite que, luego de la Independencia, es la llamada a fundar la república pero que resulta, a la los ojos del escritor, indigna de ser ensalzada". No deja de ser elocuente el hecho de que no solo no escribiera esa novela, sino que no incluyera capítulos de la gesta independentista en sus tradiciones. ¿La razón? "Palma siempre habla de la tradición como una dama menor, como la parte alegre de la Historia, y por eso no la usa para abordar la Independencia, porque no le parece una temática adecuada para el género. Para él, la Independencia amerita otro tratamiento", uno que, a todas luces, era ajeno al tono alegre y festivo de sus tradiciones. La mayoría de las novelas que, escritas en el Perú, abordan el tema de nuestra independencia surgen alrededor de las celebraciones del primer centenario de vida republicana. Es un contexto histórico interesante: los festejos de 1921, el gobierno de Leguía, el surgimiento del indigenismo, la parición de figuras como Haya de la Torre y Mariátegui y el nacimiento del Apra y el Partido Comunista asisten todos al ocaso de la República Aristocrática.
En contra de los tiempos, podría decirse, las novelas publicadas entonces, explica Natalia, "tratan de saludar y reafirmar una identidad nacional a partir de la Independencia, pero todavía muestran un lazo muy fuerte con el pasado colonial y monárquico. Tanto en el caso de Teresa González de Fanning y su Roque Moreno (1904), como en el de Camino Calderón (quien publica Idelfonso en 1924 y La cruz de Santiago en 1925) y el de Angélica Palma y sus Tiempos de la patria vieja (1926) los personajes centrales, los que resultan ejemplares, son todos claros ejemplos de la figura del noble español, el clásico sujeto que, además de noble de sangre, es noble de espíritu. Es más, en el caso de Teresa González de Fanning, los patriotas resultan siendo una pandilla de delincuentes". Esto coincide claramente con la visión aceptada en la mayor parte de la historiografía contemporánea, para la cual la lucha por la Independencia se vio enfrentada, en el Perú, por una mayoría de criollos que adoptaron el fidelismo al régimen español para preservar sus privilegios. Vista así, la Independencia no es una gesta épica que los descendientes de esos criollos quieran recordar, sino un trance más bien incómodo caracterizado por el enfrentamiento entre generaciones y un resultado no necesariamente deseable. Así, aparecen padres realistas que se ven forzados a luchar contra sus hijos patriotas, y en las narraciones se hace evidente como los valores familiares (o su ruptura, causada por el enfrentamiento) son tan fuertes que opacan el logro de la Emancipación.
INTERESANTE Y BELLA FORMA DE CELEBRAR
LA INDEPENDENCIA O DE BURLARSE DE ELLA.
La escasez del género, entonces, quedaría explicada: "Si ésta era la perspectiva que iba adquiriendo el género en las primeras décadas del XX", señala Matta, "se puede entender el poco interés que habría despertado entre quienes ya hacía mucho habían recibido las diatribas de González Prada en contra del pasadismo colonial y, por otro lado, ya veían venir los mejores logros de la narrativa indigenista".
CUATRO NOVELAS SOBRE LA INDEPENDENCIA
En Roque Moreno (1904) de Teresa González de Fanning se hace un paralelo entre la historia de un patriota, condecorado por San Martín por su participación en la guerra de Independencia, y don Justo de la Vega Hermosa, noble español descrito como "padre indulgente y previsor".Mientras que este último llega a curar las heridas de un esclavo, a quien libera de un señor cruel, Roque Moreno expresa lo absurdo del deseo independentista pues termina confundido con un conjunto de criminales que colocan la insurgencia como pretexto para sus crímenes. Al final, Moreno, arma una turba en contra del noble español para quedarse con su tesoro, lo que termina en la muerte de De la Vega Hermosa a manos de los alzados en los arrabales de la capital.
Con la novela Ildefonso (1924), Carlos Camino Calderón gana un concurso convocado en Chincha para premiar la mejor creación literaria con el tema de la Independencia. Es una historia breve basada en las memorias del general Millar. El autor elabora una ficción acerca de un afroperuano que se enrrola en el ejército patriota, se hace muy amigo del general y termina inmolándose por la causa libertadora. Miller lo llora sentidamente al final. Es la única de estas historias en la que el héroe no es un limeño acomodado, pero repite el esquema de la novela de González de Fanning en que se muestra una clara afinidad entre criollos y negros peruanos.
La cruz de Santiago (1925), también de Camino Calderón, tiene como protagonista a Cristóbal de la Barca, quien adopta la causa independentista luego de que su profesor de esgrima le narra la gesta de Túpac Amaru y, de modo decisivo, después de que conoce a San Martín en Europa y este lo trata de 'paisano' por su origen americano. Pero las memorias del protagonista se remontan a las grandes hazañas del abuelo marqués, a pesar de que su padre, "mezcla de chalán y caballero", solía leer a los ilustrados franceses junto a Rodríguez de Mendoza, Unanue o Fray Diego de Cisneros. Así, la historia familiar del protagonista lo ata tanto con el afán revolucionario como con los valores monárquicos, en tal medida que, cuando lo apresan por sus actividades revolucionarias, su abuela sufre un ataque y muere, lo que le causa un terrible remordimiento. La cruz de Santiago fue reeditada en tres ocasiones, la última de ellas, muy 'apropiadamente', con el motivo de celebrar los 400 años de la fundación de Lima, la Ciudad de los Reyes.
Tiempos de la patria vieja (1926) de Angélica Palma, narra el enfrentamiento de Don Rodrigo de Hinestrosa, castellano "a carta cabal" y su hijo, el primero oficial del ejército realista, el segundo soldado patriota. Así, la lucha por la independencia de América se convierte, en el Perú, en una trágica lucha entre padres e hijos. No es, en modo alguno, una celebración de la Independencia. Se trata, sin duda, de la novela literariamente más lograda de las aquí mencionadas. Tiene, incluso, una trama secundaria: una historia de amor entre la hija de De Hinestrosa y un soldado patriota.
La escasez del género, entonces, quedaría explicada: "Si ésta era la perspectiva que iba adquiriendo el género en las primeras décadas del XX", señala Matta, "se puede entender el poco interés que habría despertado entre quienes ya hacía mucho habían recibido las diatribas de González Prada en contra del pasadismo colonial y, por otro lado, ya veían venir los mejores logros de la narrativa indigenista".
CUATRO NOVELAS SOBRE LA INDEPENDENCIA
En Roque Moreno (1904) de Teresa González de Fanning se hace un paralelo entre la historia de un patriota, condecorado por San Martín por su participación en la guerra de Independencia, y don Justo de la Vega Hermosa, noble español descrito como "padre indulgente y previsor".Mientras que este último llega a curar las heridas de un esclavo, a quien libera de un señor cruel, Roque Moreno expresa lo absurdo del deseo independentista pues termina confundido con un conjunto de criminales que colocan la insurgencia como pretexto para sus crímenes. Al final, Moreno, arma una turba en contra del noble español para quedarse con su tesoro, lo que termina en la muerte de De la Vega Hermosa a manos de los alzados en los arrabales de la capital.
Con la novela Ildefonso (1924), Carlos Camino Calderón gana un concurso convocado en Chincha para premiar la mejor creación literaria con el tema de la Independencia. Es una historia breve basada en las memorias del general Millar. El autor elabora una ficción acerca de un afroperuano que se enrrola en el ejército patriota, se hace muy amigo del general y termina inmolándose por la causa libertadora. Miller lo llora sentidamente al final. Es la única de estas historias en la que el héroe no es un limeño acomodado, pero repite el esquema de la novela de González de Fanning en que se muestra una clara afinidad entre criollos y negros peruanos.
La cruz de Santiago (1925), también de Camino Calderón, tiene como protagonista a Cristóbal de la Barca, quien adopta la causa independentista luego de que su profesor de esgrima le narra la gesta de Túpac Amaru y, de modo decisivo, después de que conoce a San Martín en Europa y este lo trata de 'paisano' por su origen americano. Pero las memorias del protagonista se remontan a las grandes hazañas del abuelo marqués, a pesar de que su padre, "mezcla de chalán y caballero", solía leer a los ilustrados franceses junto a Rodríguez de Mendoza, Unanue o Fray Diego de Cisneros. Así, la historia familiar del protagonista lo ata tanto con el afán revolucionario como con los valores monárquicos, en tal medida que, cuando lo apresan por sus actividades revolucionarias, su abuela sufre un ataque y muere, lo que le causa un terrible remordimiento. La cruz de Santiago fue reeditada en tres ocasiones, la última de ellas, muy 'apropiadamente', con el motivo de celebrar los 400 años de la fundación de Lima, la Ciudad de los Reyes.
Tiempos de la patria vieja (1926) de Angélica Palma, narra el enfrentamiento de Don Rodrigo de Hinestrosa, castellano "a carta cabal" y su hijo, el primero oficial del ejército realista, el segundo soldado patriota. Así, la lucha por la independencia de América se convierte, en el Perú, en una trágica lucha entre padres e hijos. No es, en modo alguno, una celebración de la Independencia. Se trata, sin duda, de la novela literariamente más lograda de las aquí mencionadas. Tiene, incluso, una trama secundaria: una historia de amor entre la hija de De Hinestrosa y un soldado patriota.
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