NO EXISTE UNA MÚSICA PERUANA QUE SE DIFUNDA Y NO ESTÉ INFECTADA DEL AMBICIOSO CAPITALISMO QUE LO CORROMPE TODO.
NUESTRA MÚSICA DE RAÍCES ANDINOAMAZÓNICAS, TAMBIÉN ESTÁ EN ESE PELIGRO DESDE HACE AÑOS. LO CASI AUTÉNTICO SÓLO SE DA EN LAS FIESTAS COSTUMBRISTAS EN LAS MISMAS COMUNIDADES.
LO QUE SE VE, ESCUCHA Y DISFRUTA EN LAS GRANDES URBES, ES LA DISTORSIÓN. INCLUSO DONDE CASI TODA LA JUVENTUD ESTÁ ENVUELTA CON LA BANDERA YANQUI.
AL LEER EL PRESENTE TEXTO, NO PUEDE ALEJARNOS DEL COMENTARIO CRÍTICO REFLEXIVO ANTERIOR (LA SEMILLA)
Industria del género criollo, andino y cumbiambero de hoy
Por Gabriela Machuca Castillo
Uno de los grandes méritos de la música criolla es que a lo largo del siglo XX dejó de ser costeña para convertirse en peruana, en lo primero que se nos viene a la mente cuando se nos pregunta el símil nacional de la ranchera o el tango. La Vieja Guardia, aquella compuesta por los precursores del género a finales del siglo XIX y principios del que le sigue tuvo que trajinar mucho para lograr que el cantar con olor a tamalito saliera de los callejones y de los barrios humildes y se instalase en el gusto de las clases medias y altas. Así, pues, la época de oro llegó, pero, desafortunadamente, también pasó.
Hoy los enamorados del criollismo se enfrentan a nuevos retos con sabores de antaño: conseguir que los sonidos nacidos de la guitarra y el cajón vuelvan a ser los más pedidos, y por qué no, hasta los únicos solicitados de la fiesta.
Raúl Serrano, en su libro "Confesiones en tono menor. Óscar Avilés, setenta años de peruanidad", sostiene que la poca difusión de la canción criolla en los medios de comunicación se habría iniciado a principios de la década de los 80, cuando los canales de televisión y las radios comenzaron a darle prioridad y espacios a la música foránea, hecho que motivó que el gusto popular consolidara su preferencia por otro tipo de melodías.
Esa situación se observa todavía en la actualidad y para muestra solo botones. Hasta hace pocos meses "Mediodía criollo" era el único programa televisivo dedicado al género. Este ya no va más. Mientras que las radios Nacional y San Borja son dos de las pocas que les destinan más de una hora diaria al mismo.
Este desinterés de los medios, sumado a la piratería, entre otros factores, ha devenido también en un estancamiento de la industria. Iempsa es una de las pocas empresas discográficas que aún edita discos compactos de música criolla, pero con tirajes muy limitados. Hace poco sacó al mercado una reedición de las interpretaciones hechas por Jesús Vásquez entre 1949 y 1952, lo que denota a su vez una ausencia actual de grandes y nuevas luminarias de la talla de la mencionada, por ejemplo.
Ahora, el que no haya mayor difusión mediática, una importante producción discográfica o artistas de alto nivel como en antaño, no quiere decir que la música criolla tenga los días contados. Su fuerza está en las presentaciones públicas.
Así lo cree el periodista Alonso Rabí Do Carmo, quien señala que hoy existen dos circuitos principales para su difusión. "Están las peñas 'comerciales', donde se practica un repertorio de temas muy conocidos, de letras fáciles y armonías simples, que son de gusto muy popular; y las peñas o centros musicales frecuentados por quienes conocen un poco más del asunto y prefieren ir allí porque se escucha música de mayor calidad, que exige más del músico y del oyente".
¿Solo las personas mayores y los fervientes aficionados escuchan música criolla? "No creo en lo más mínimo esa afirmación, creo que es más bien parte de un prejuicio muy extendido entre nosotros", responde Rabí. Y no deja de tener razón. Jóvenes solitas y grupos universitarios se interesan cada vez en el género de Chabuca, solo basta caer una de estas noche por el Centro Musical Breña para comprobarlo. El lleno es total.
AÚN ZAPATEA Y FUERTE
Mientras que las cenizas de María Alvarado Trujillo eran arrojadas al río Santa en el 2001, miles lloraban por el alma de quien en vida fue la Pastorita Huaracina, uno de los íconos más importantes de la música andina en el norte, centro y sur del país durante el siglo XX. Eran todavía eras pre-Dina, y el huaino, género de canto y danza del Ande por excelencia ya tenía una diva, ergo, también una gran masa de público cautivo por el género, y cómo no, una poderosa industria.
El folclor de la mitad vertical del Perú, aquella que figura en los mapas siempre de color marrón tratando de emular a la añorante tierra de la sierra, llega a Lima a finales de la década de los 20, cuando el presidente Leguía decide revitalizar la fiesta de Amancaes en la capital e invita a diversos grupos folclóricos del interior del país. Estos se comienzan a presentar con singular aceptación en teatros cultos hasta los años 40, época en que el huaino se consolida con la presentación en coliseos, gracias a la demanda de los inmigrantes recién arribados a la capital. Con la llegada de la radio su difusión se hace masiva y se empiezan a grabar los respectivos discos. A pesar de mantenerse siempre presente, el folclor tiene un repunte más adelante en los 80 con Eusebio Chato Grados y su "Pío pío" hasta que entrado el nuevo siglo, en el 2002, aparecen a ritmo de arpa y a todo dar Dina Paucar, Sonia Morales, Abencia Meza, entre otras exponentes, con las cuales el huaino comercial tuvo un crecimiento exponencial.
Hoy el género viene atravesando una etapa de repliegue como consecuencia, entre otros motivos, del ensordecedor paso de la cumbia, explica el sociólogo Santiago Alfaro, quien además subraya que ello no debe dar a pie a pensar que ha dejado de ser poderoso.
Para dejar bien claro este punto, el especialista detalla que en la actualidad el folclor se mueve entre dos importantes circuitos, el regional y el nacional: "Hay cantantes que suenan muy fuerte desde Ticlio hasta el valle del Mantaro o solo en la zona Ayacucho-Huancavelica, o únicamente en Áncash; y por otro lado están los que se escuchan en todos lados, incluso fuera del país. En ese rubro están las más famosas y otros como los Gaitán Castro, William Luna".
La industria nacional es, sin duda, la más vigorosa e intensa de las dos. En fechas especiales como el Día de la Madre o el aniversario artístico de algún intérprete, se pueden llegar a mover hasta US$100.000, estima Alfaro, lo cual es concebible si se tiene en cuenta de que se a trata de presentaciones a las que pueden acudir unas 20.000 personas, en las que se contratan a otros cientos de empleados como parte del 'staff' de los artistas y en donde se intercambia una gran cantidad de dinero por la venta de cerveza y demás.
Otra característica de la música comercial andina actual es que el 98% de las letras de las canciones tiene al amor como eje central. Lejanos los días en que se cantaba al trabajo, al terruño y a otras tantas experiencias de la vida.
LA SOBERANA ERA DE LA CULEBRÍTICA
El considerado padre de la cumbia peruana, el talentoso 'lente-fondo-de-botella' Enrique Delgado, quien introdujo la guitarra eléctrica al género y murió en 1996 tras ser por años el líder de la legendaria banda Los Destellos, es hoy una de las míticas figuras que han vuelto a ser mentadas una y otra vez con el 'boom', con la explosión, con la cuarta gran cresta del ritmo tropical.
Y como él varios. Los Mirlos, Juaneco y su Combo, por mencionar dos de los más renombrados, son por estos días los consentidos de las limeñísimas discotecas, como consecuencia de un cruce de fronteras sociales desencadenado por el trágico y mediático accidente en el que murieron los integrantes del grupo Néctar, hace más de un año. La fatalidad le dio un impulso nostálgico a la cumbia, género que más tarde se elevaría (y ahí se ha quedado) a la cima más alta de la popularidad con el Grupo 5, Los Hermanos Yaipén, América, Aguamarina y demás.
De seguir así, la actual industria de la cumbia podría superar los récords registrados por su vertiente antecesora, la tecnocumbia noventera, que a decir del sociólogo y director del Instituto de Etnomusicología de la Universidad Católica, Raúl Romero, fue la que expuso plenamente al género en el escaparate de los medios masivos.
Por ahora, muchos ganan --y mucho-- cuando un tema cumbiambero se coloca entre los 'top five': las radios, que adquieren mayor sintonía y anunciantes; las grandes corporaciones, que auspician sus productos con el rostro de los artistas; los compositores como Stalin Mogollón, ex albañil y guachimán que hace poco recibió S/.118.000 como regalías solo por lo percibido durante la mitad del 2007; los grupos, que llegan a cobrar hasta S/.40.000 soles por cinco horas de espectáculo; los dueños de coliseos, que reciben como máximo S/.10.000 por concierto; y hasta los confeccionistas de los afiches multicolores pegados en las calles. Y así, hasta que otra versión del género surja y Enrique Delgado sea mentado mil veces de nuevo.
NARRATIVA DE CARLOS VILLACORTA VALLES
domingo, 27 de julio de 2008
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